¡Descubre nuestra primera edición “Siete Vidas: Memorias de una voluntaria”!
PASIÓN
Estefanía Soto ha sido voluntaria en diversas asociaciones desde que cumplió la mayoría de edad. Empezó con Cruz Roja Juventud y continuó durante varios años colaborando con programas como “Apúntate”, dedicado al ocio de las personas que pertenecen al espectro autista. También en proyectos como “Allies in English” donde ayudaba a personas sordas a aprender inglés. En 2020 finalmente llegó a Proyecto Gato Teruel para volcar toda su pasión y amor por ayudar a los pequeños felinos que buscan un hogar.
Estefanía sacando de la caseta de gatos a Pancho, el cual fue recogido junto a sus 3 hermanos que temblaban de miedo luego de ser abandonados.
CAMBIO
Soto considera que es necesario cambiar el mundo: “Una cosa que podemos hacer para eso es dedicar nuestro tiempo a aquellos que más lo necesitan”. A su vez, afirma que ser voluntaria es una de las mejores experiencias que ha tenido: “Es maravilloso, se lo recomiendo a todo el mundo. Aprendes muchísimo, conoces personas afines a ti, te conoces mejor a ti misma… Y lo que te llevas vale mucho más que todo el dinero que podrías pagar por ello”. Los gatos, en especial, son seres que la han acompañado toda su vida: “Siempre he tenido una conexión muy especial con ellos, siento que te aceptan tal y como eres… no te juzgan”.
Estefanía sosteniendo la cara de Pancho para asegurarse que le puede poner bien la medicina sin hacerle daño. Pancho tiene un defecto en el ojo y por eso nadie lo adopta.
DEDICACIÓN
Limpiar, alimentar, medicar, amar y gestionar adopciones: esas son las principales tareas de una voluntaria como Estefanía. Confiesa que tiene una conexión cercana con ellos y eso la ayuda a disfrutar más su labor: “Me parece que son animales que están muy incomprendidos. Hay mucha menos gente que les presta atención y ayuda, por lo que cuando me planteé seguir siendo voluntaria decidí que sería colaborando con asociaciones de gatos”. Para ella, ser voluntaria es dar voz a quienes no la tienen, poniendo su propio granito de arena.
Estefanía aplicando la medicina para los ojitos de Pancho. A pesar de que nadie lo ha adoptado aún y de su pasado de abandono, Pancho es muy tranquilo y cariñoso.
IGUALDAD
Para ella, uno de los mayores errores de la educación en España en cuanto a los animales es olvidar nuestro origen: “Se nos olvida que nosotros mismos somos animales, no somos seres superiores ni tenemos derechos por encima de ellos”. Respecto a los gatos, Soto considera que quedan muchos mitos por romper: “Empezando con que no son cariñosos, que son independientes, que no necesitan tanta atención como los perros o que son fáciles y se dan vida en la calle cuando en realidad hay muchos peligros afuera para animales como ellos”.
Estefanía acariciando a Jero. Era un gatito callejero que un día se acercó al antiguo refugio de Amigo Mío y entró aprovechando que habían dejado la puerta abierta. Cuando lo encontraron estaba durmiendo en una de las camas, y afirman que no tuvieron corazón para echarlo, así que se quedó.
VÍNCULO
Su vínculo con los animales no se limita a las paredes del refugio, sino que también lo aplica en casa. Tiene una perra y cuatro gatos a los que les dedica todo su cariño y atención, conexión que se permite trasladar a su voluntariado para poder ayudar a los que no tienen tanta suerte: “Me encanta sacar a pasear a la perra, perderme con ella por el monte, sentarnos y estar rodeadas de naturaleza. Son momentos de mucha calma y relajación en los que considero que tengo muy buen vínculo con ellos”. De hecho, uno de sus sueños es tener su propio santuario de protección animal en donde pueda rehabilitarlos para que puedan ser adoptados y que todos tengan un hogar: “Aunque, mi sueño en realidad es que no sean necesarios los santuarios, que la gente adopte con corazón y que desaparezca el maltrato animal”.
Estefanía compartiendo miradas con Sheldon, que fue abandonado junto a sus hermanos en una caja fuera de un supermercado. La semana del 25 de noviembre del 2024 consiguió una casa de acogida con opción a adopción, lleva 6 años esperando por ella.
ESPECIAL
Una de las problemáticas que viven los refugios y sus voluntarios es poder dar en adopción gatitos con necesidades especiales, como el caso de la gatita Ani y su leucemia: “Aunque ser positivo no es sinónimo de estar enfermo, sí que son gatos que son más propensos a desarrollar enfermedades”. En concreto con la leucemia, Soto afirma que son más propensos a desarrollar tumores, por lo que necesitan una mayor atención veterinaria: “La leucemia, además, se transmite por el contacto estrecho entre gatos, por lo que se recomienda que sean gatos únicos, aunque pueden convivir perfectamente con perros y humanos”. A los gatos con necesidades especiales les cuesta más salir de los refugios: “Un gato con un solo ojo o sin una pata no se considera tan bonito”. Igualmente, hay que recordar que muchos de estos gatos pueden hacer su vida con total normalidad.
Estefanía alimentando a Ani, una gatita muy cariñosa de una colonia felina que al momento de esterilizarla se dieron cuenta que tenía leucemia.
MEMORIAS
Ser voluntaria en un refugio de animales tiene como desventaja vivir junto a ellos las tristezas que el abandono trae consigo. Estefanía recuerda, por ejemplo, el caso de Triana, una gatita que fue recogida junto a su madre Tres (porque la abandonaron tres veces) y sus dos hermanitos. Su madre y sus hermanos consiguieron hogar pero en Triana nadie nunca se fijó: “Murió este año a los 8 añitos, lo cual es muy poco para un gato. Yo era su madrina, por lo que pedí que fuera incinerada. Junto a las otras voluntarias pagamos el proceso y me llevé las cenizas a mi casa unos días antes de llevarlas de vuelta al refugio. Cuando pasé por la puerta pensé: “Dios, esta es la primera vez que Triana conoce un hogar”.
Estefanía besando a Pancho
COLONIAS
Además de todas las asociaciones a las que ha pertenecido como voluntaria, Estefanía Soto también ayuda en las colonias de gatos de Teruel. Empezó hace 3 años tras ofrecerse a ayudar a una de sus amigas que trabajaba en ella: “Me parecen supernecesarias porque no solo alimentamos sino que también mantenemos limpia la ciudad”. Para poder cuidarlos tienen protocolos como: nunca poner la comida en el suelo, no darles comida casera, cambiar diariamente el agua y su obligatoria castración para evitar la excesiva población. “El problema que tenemos en Teruel es el abandono, no las colonias. Las colonias son la solución al problema, porque las personas deben adoptar con amor pero también con conciencia de lo que requiere tener una mascota”.
Estefanía saludando a Shiro, un gatito de una de las colonias felinas de Teruel, una de las pocas que se ha permitido que permanezca en una zona privada ya que existía previamente.
©Proyecto Peluchones 2025
En colaboración con: Muzzolini Dev